Tertulias de Café/ Maximiliano Pérez

           “Urbanidad “

En “San Rafael del Páramo,” a tres mil ochocientos metros de altura, arraigados a la carretera transandina, la carretera más bella del mundo, pasando “Apartaderos” y antes de llegar a “San Rafael de Mucuchies,” en la antigua casa de sus padres, aledaña a la famosa iglesia de piedras construida en honor a la Virgen de Coromoto, por aquel niño de más de noventa años, Vale Juan, El Gigante del Tisure, como lo llamó Eduardo Planchart Licea, “San Tejedor”, como lo llamó la licenciada Herminia Pérez, llamado por muchos “El Señor de los Páramos”… “El Arquitecto de Dios…” “Juan Félix Sánchez,” en noches de tertulias que compartimos junto al fogón de leña, para vencer el frio en aquella reliquia paterna; aquel ejemplo viviente del “SI DEL HOMBRE DE KIPLING,” el artista, el arquitecto, el asceta de tallas, telares, sombreros e iglesias, que estudió en una escuela sin grados, pero heredó de sus padres, educación, respeto, amor al prójimo y una fe religiosa inquebrantable, insistentemente me decía…

¡Antes enseñaban la “urbanidad!

¿Qué es la urbanidad?

El término urbanidad es equivalente a buena educación, civismo, cortesanía, forma fina de actuar adquirida en el trato de la gente de educación cultivada.

El nombre urbanidad deriva directamente de la palabra latina urbanitas, que expresaba entre los romanos el espíritu de la ciudad, urbs, por oposición a rusticitas, de la cual procede el nombre rusticidad del que nos servimos para expresar el espíritu y las maneras poco pulidas de los habitantes de los predios rurales.

También es una cortesía y de tener buenos modos.

Se dice que la palabra cortesanía sirve para expresar un grado más elevado de pulidez o finura que el de urbanidad por suponerse adquiridas, como su propio nombre indica, por el roce y con las maneras de la Corte que se suponen son más finas que los de una ciudad o pueblo.

Algunos creen que la palabra urbanidad de los latinos corresponde a la de aticismo de los griegos. En el Tesoro de la lengua castellana se lee ya: Urbanidad, vale trato cortés o apacible.

Siempre me impacto que, aquel montañés, fuera enseñanza viva de cómo debe ser un ser humano, un hombre rustico que nació con el siglo XX, el 16 de mayo de 1900, día en el cual Dios se lo entregó a Vicenta Sánchez por haberlo procreado con Benigno Sánchez, de quienes creo que jamás imaginaron que habían traído a la vida a un ser infinitamente grande, creador de parajes sagrados que comenzó su vida prodiga a la edad de 10 años, construyendo un molino de piedra, movido con el agua de una acequia, para que los habitantes de “San Rafael del Páramo tuviesen como moler el trigo que cultivaban. A la edad de 17 años, compró un dinamo y lo intentó mover con el agua de la misma acequia, pero no le resultó, bajó a la ciudad de Mérida y compró un motor, al respecto me contaba…

“No cobrábamos nada, pero en el pueblo había luz.”

Con profundo apego familiar aprendió de sus padres, del maestro Ramón Jáuregui y del Prebistero Ángel Sánchez el culto al Padre Eterno y el amor a la sagrada Virgen María, así como también veneró a José Gregorio Hernandez, a quien homenajeó haciendo, en “El Tisure” su segunda capilla, la primera, construida también en “El Tisure” en homenaje a la sagrada Virgen María, al igual que la tercera y última hecha en “San Rafael del Páramo.”

Con cuchillitos y cucharitas viejas hizo las tallas del Calvario: Jesus Crucificado, los ladrones Dimas y Gestas, “La Dolorosa,” la Magdalena, el apóstol Juan, José de Arimatea, Longino, Nicodemo y un soldado que no tiene nombre.

Así mismo talló a San Antonio de Padua, a José Gregorio Hernández y a la Virgen de Coromoto. Tejió Ponchos y cobijas en un telar reinventado por él, y que le daba al tejido unas características especiales, al igual que los sombreros de paja que también tejió.

Fue Juez de Municipio, pero decía que tenía que conocer de crímenes y eso no le gustó

Vi y conté colgados en un cuarto aquella vieja casa 23 placas de 23 promociones de arquitectos que había apadrinado.

Premio Nacional de Arte Aquiles Nazoa y Premio Nacional de Artes Plásticas, que la Universidad de los Andes tiene una condecoración a los artistas populares, que lleva su nombre, al igual que el Parque de la Urbanización Chucho Briceño que también lleva su nombre desde hace casi 30 años, pero sin que se haya logrado que se ponga una placa que así lo identifique, es la mejor representación de la Venezuela buena… bondadosa, que de manera ejemplar practicaba…

“¡LA URBANIDAD!”

   + «Cumplo con el penoso deber de participar la partida física de doña Gloria Pargas de Gutiérrez, barquisimetana insigne que fue la protectora de Juan Félix Sánchez y presidente de la Casa de la Cultura  de Mérida, que de él tomó su nombre, y fue creada bajo el mandato  de su esposo el licenciado Orlando Gutiérrez, en la gobernación del estado Mérida.

¡¡Ojalá!! Y «El Arquitecto de Dios» la haya recibido bajo el manto sagrado del Todopoderoso…

Reciba el licenciado Gutiérrez, sus hijos y demás seres queridos un abrazo fuerte y solidario, en el silencio donde sobran las palabras…

Duele, duele mucho cuando se nos va un ser querido.»

LA

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