En 1921, Paraguay aún sanaba las heridas de la Guerra de la Triple Alianza, era un país marcado por la resistencia y la esperanza, donde la modernidad apenas asomaba con tímidos avances en infraestructura y educación. En medio de este contexto nació Rodolfo Gill Duarte, en una nación que lo vería crecer hasta convertirse en uno de sus más ilustres servidores.
Verlo con más de 100 años, aún de pie, con la misma pasión de su juventud, era un espectáculo impresionante. Rodolfo Gill Duarte no solo fue testigo de la historia de Paraguay, sino que la escribió con cada uno de sus actos. Con lucidez admirable, incluso en su último siglo de vida, lanzó un libro en el que plasmó su sueño para su amado país, una visión de progreso y democracia que guió toda su existencia.
Un hombre de principios y convicciones firmes
Nacido en Horqueta el 25 de octubre de 1921, Rodolfo Gill Duarte se graduó como Ingeniero Civil en 1953 en la Universidad Nacional de Brasil, en Río de Janeiro. Desde sus primeros años profesionales, demostró un firme compromiso con el desarrollo del país, asumiendo roles de gran importancia en la administración pública. Su trayectoria incluyó funciones como Director de Vialidad y Viceministro de Obras Públicas, donde impulsó importantes proyectos de infraestructura en Paraguay.
Pero su labor trascendió las fronteras nacionales. Como diplomático, desempeñó un papel crucial en las relaciones de Paraguay con Perú y Venezuela, fortaleciendo los lazos internacionales del país. Su profundo conocimiento del servicio público lo llevó a participar como convencional de la Asamblea Nacional Constituyente en 1990, donde contribuyó activamente a la consolidación democrática de Paraguay.
Exilio y regreso al país
Su compromiso con la democracia le valió el exilio en 1956 durante la dictadura de Alfredo Stroessner. Durante más de 30 años, Gill Duarte vivió en Venezuela, donde continuó su militancia y apoyo a la causa paraguaya. A pesar de la distancia, nunca abandonó sus principios ni su deseo de ver a Paraguay avanzar por la senda de la libertad y el desarrollo.
En 1954, se convirtió en el primer director de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), marcando un hito en el sector energético paraguayo. Además, fue un activo dirigente del Movimiento Popular Colorado (Mopoco), organización que se opuso al régimen de Stroessner.
Reconocimiento a su legado
El ingeniero Gill Duarte recibió en vida el reconocimiento de sus correligionarios y de las más altas autoridades del país. Recientemente, en un emotivo acto, el presidente de la Junta de Gobierno de la Asociación Nacional Republicana, Horacio Cartes, junto con el presidente de la República, Santiago Peña, le entregaron una distinción por su trayectoria y aporte al Paraguay.
Aun en sus últimos días, desde su residencia, Gill Duarte continuó expresando su apoyo al gobierno y su confianza en el futuro del país. «Mientras yo viva, y aunque no salga de este cuarto, seguiré apostando por el progreso de Paraguay y creo que estamos yendo por este camino, porque el señor presidente y sus colaboradores han formado un buen equipo», fueron algunas de sus últimas palabras.
Un legado que perdurará
Rodolfo Gill Duarte fue más que un ingeniero, un diplomático o un dirigente político. Fue un símbolo de lucha, perseverancia y amor por Paraguay. Su historia de vida es un recordatorio del compromiso inquebrantable con los valores democráticos y el servicio al país.
Hoy, Paraguay despide a un gran hombre, pero su legado vivirá en las generaciones que continúen su camino.
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