La Esquina de La Francia
Hoy en esta entrega de Reseña de la Añoranza, vamos a parafrasear el “Eclipse de los Chinos” de Aquiles Nazoa, para evocar la vieja ciudad, del Barquisimeto que muere, el de aquel tiempos antañón, en que a la Plaza Bolívar le cantaba Garcés Álamo, de aquel viejo Barquisimeto cuya ingenua población dejaba que un Valentino le robara el corazón y se santiguó cuando voló el primer avión o en las mesas de “La Francia” celebraba con discursos, la primera cerveza destapada en la ciudad, en tanto en el Teatro Juáres, discurseaba el Padre Carlos Borges. De aquel viejo Barquisimeto de pajilla y de bastón, evocar quiero una estampa, que aunque desaparecida, sigue palpitantemente esclarecida, en el nombre de “La Francia” en un moderno edificio, que en la misma esquina se levanta sin pudor, en esta nueva ciudad, que se transfigura día a día entre los vestigios de la vieja y el declive de su memoria histórica, esta última, que nutre la identidad y fortifica la soberanía nacional.
Hemos iniciado la crónica de hoy parafraseando los versos de Aquiles Nazoa “El Eclipse de los Chino”, de su legendario libro “Humos y Amor”, porque hoy hemos amalgamado en la urdimbre de la palabra, los retazos que hemos extraído de varios autores, para entretejerlos en esta entrega de Reseña de la Añoranza, que aprovecha la ocasión para celebrar también con ello la efeméride que desde el año 1996, se celebra cada 23 de abril, como el “Día Internacional del Libro y El día del Idioma”, desde que la misma fuese promulgada por la UNESCO con el objeto de fomentar la lectura y la propiedad intelectual, por medio del derecho de autor. Así que vamos a disfrutar de esta pequeña colcha de retazos, comenzando con Eligio Macias Mujica (1952), quien desde sus “Postigos de Antaño y Hogaño”, crónicas sobre la fundación y desarrollo de Barquisimeto, nos habla de “Un Francés Legendario”, al referirse a Luis Leroux, un personaje de origen galo que en esa esquina del ángulo noroeste de la hoy carrera 19 con la calle 25 frente al teatro Juáres, se encargó del Hotel y Botillería que allí se había instalado y acota el cronista: “…Los barquisimetanos de antaño, recuerdan siempre con cariño indeleble, a este venezolano nacido en Francia. Más todavía: aquel francés tenía toda la bondad y todo el espíritu de un buen barquisimetano…”
Pero antes, que por este caballero francés, fuese el motivo por el cual el ambiente popular del conglomerado de entonces llamó a la esquina “La Francia”, este imponente inmueble de dos plantas, que para la época era un alarde de opulencia, no sabemos quiénes lo levantaron originalmente.
Raúl Azparren (1978) siempre acucioso de los asuntos de la ciudad que lo vio nacer, en sus evocaciones vertidas en las paginas de su libro “Barquisimetaneidad, Personajes y Lugares” precisamente señala que no se sabe que familia fue la que habitó el inmenso caserón en un principio, pero que si hay registros que allí uno de sus propietarios Joaquín Pérez instaló el Banco Nacional, que en 1844 hubo de cerrar al declararse en quiebra, por lo cual por disposición tribunalicia el inmueble fue llevado a remate judicial. Igualmente Azparren señala que en la misma edificación se alojó el aguerrido Ezequiel Zamora en su paso por Barquisimeto, durante los cruentos momentos de la Guerra Federal y que mientras estuvo en la ciudad, se hizo de un cargamento de pólvora, que estaba escondido en la esquina de “Romero Montes”, es decir, en la actual Av. 20 con la calle 26.
Posteriormente como lo refiere tanto Raúl Azparren como Eligio Macias Mujica, el inmueble se convirtió en Hotel y Botillería, comenzado así una trayectoria histórica íntimamente entrelazada con la del Teatro Juáres y que Rafael Domingo Silva Uzcátegui (1959) describe detalladamente en su libro “Barquisimeto. Historia Privada. Alma y Fisonomía del Barquisimeto de Ayer” cuando hace el recuento de las compañías de teatro, zarzuela, óperas y operetas como las cómicas comedias escenificadas por figuras como Rafael Guinán y Antonio Saavedra, pues todo este torrente humano artísticas pasó por “La Francia” como huéspedes que ocuparon sus habitaciones mientras actuaban en Barquisimeto.
Entonces la Botillería de “La Francia” fue el epicentro de la farándula de principios del Siglo XX y en sus mesas se sintió el entusiasmado comentario acerca de la calidad de los espectáculos y la espléndida belleza de las cautivantes artistas. Allí se escenificaron amoríos de juventud, como bien lo acota Raúl Azparren y como lo decía el poeta Víctor Romero Lafita: “…pillo joven y loco, no pensé lo confieso, que este mundo en que vivo en juego muy serio…”
En 1915 llega a Barquisimeto la Compañía de Matilde Rueda, que venía procedente de una exitosa gira con el estreno de la Zarzuela Alma Llanera de Rafael Bolívar Coronado con música de Pedro Elías Gutiérrez, ya se había presentado en el Teatro Municipal de Valencia y en el Municipal de Puerto Cabello y luego de remontar por vía marítima el viaje hasta el Puerto de Tucacas, fue el Ferrocarril Bolívar el medio a través del cual llegó la compañía a la ciudad. El nombre de la empresa de espectáculos se debía precisamente a la hermosa tiple, que se refiere a la voz más aguda dentro de un coro o conjunto vocal, la española Matilde Rueda. El Director musical de aquella compañía era el maestro Luis Rueda de connotada fama en el medio artístico de la época. Todo el elenco se hospedó en “La Francia”, donde concurrieron muchos para admirar a la bella española, que en el Teatro Juáres cautivo al barquisimetano Virgilio Rivero, que a decir de Eligio Macías Mujica (1952) era un virtuoso maraquero nacido en el barrio de “paya”, perteneciente a una familia de hombres curtidos en duros trabajos de ganadería y probados en campañas recias “…cuando las guerras intestinas tenían vigencia caínica en nuestro país…” Sobre el personaje nos cuenta Macías Mujica:
“…Solicitado para acompañar a la tiple española Matilde Rueda, cuando ésta presentara en el Teatro Juares la zarzuela criolla Alma Llanera (…), el payero compartía con la bella peninsular, los honores del aplauso en la vibrante ejecución del joropo típico. La Rueda, cuando los aplausos cesaban, sin duda por coqueterías propias de la gente dada a las tablas, lanzaba juguetones besos a Rivero, con las rosadas puntas de sus dedos, blanquísimos como el ala de las garzas llaneras…”
Pues bien, al parecer el virtuoso de los capachos, Virgilio Rivero, interpretó aquellos femeniles gestos de graciosa picardía, como claras señales que él había conquistado el corazón de la artista. Pero como todo principio también tiene su final, terminadas las funciones en Barquisimeto, la Compañía prosiguió su camino de regreso a Caracas, donde un año antes había estrenado apoteósicamente “Alma Llanera” en una memorable función que tuvo lugar en el “Teatro Caracas” el 19 de septiembre de 1914.
Describe Eligio Macias Mujica, que estando Rivero en la pulpería de Manuel Antonio Pereza en la misma Calle Libertador, es decir en la misma carrera 19 de hoy, donde está “La Francia”, la noche en que la Compañía de Matilde Rueda se marchó, el maraquero entre libaciones “…se rompió de un disparo, en la bodega, los sesos. Cayó con la cabeza tirada sobre un azafate de tomates, y la sangre de la víctima, confundida con el jugo agridulce de aquellos, formó una sola nota roja, amalgamada de tristeza y de angustia…”
En las mesas de esa vieja esquina de “La Francia” en 1917, se escenificaron asimismo, reiterados encuentros entre el Presbítero Dr. Carlos Borges y el destacado abogado Dr. Juan Jacobo Guedes, ya que el último le insistía al levita que le permitiera la publicación de su discurso pronunciado en el Teatro Juáres el inolvidable 19 de abril de ese año, con motivo de la velada que se realizó a propósito de los nueve años del Hospital La Caridad, con el objeto de recabar fondos para la continuidad de los trabajos de construcción del mismo. Finalmente en “La Francia” el Dr. Juan Jacobo Guedes logró su anhelo y ese mismo año fue impreso en Barquisimeto el mencionado discurso que en una de sus partes dice:
“…¿Qué es la patria señores?… Un pedazo de tierra bajo un pedazo de cielo: la tierra en que nacimos y el cielo bajo el cual queremos morir: tierra y cielo a cuya imagen y semejanza nos ha modelado la naturaleza, y que, por esto mismo, guardan con nuestro corazón, con nuestra alma, con nuestra sangre y nuestros huesos, las más fuertes, las más profundas, las más tiernas y misteriosas armonías. Lo patrio lo es todo: lo grande y lo pequeño, lo que pasa y lo que perdura, lo que sonríe y lo que llora, las realidades y los sueños, toda la alegría y todo el dolor de la vida. La patria es el pecho de la madre que nos alimenta y el brazo del padre que nos sostiene y que nos guía, y la cabeza blanca del abuelo que se inclina sobre nuestra inocencia, y la diestra del sacerdote que nos bendice, y la palabra del maestro que nos siembra de luz el pensamiento…”
Que de anécdotas e historia del aquel viejo caserón de dos plantas cuyos adobes, limatones y cañas bravas fueron pulverizados por la picota del progreso en 1944, cuando el constructor español Plácido Casas, el mismo que construyó luego el Santuario de Santa Rosa y el Santuario Eucarístico de La Paz, quien además era músico y fundador de su propio peculio de la “Filarmónica Lara” que contó entre sus violinista al adolescente José Antonio Abreu, levantó un robusto edificio que llevó por nombre también “La Francia”, en la prolongación de una arraigada tradición hondamente incrustada en el imaginario popular barquisimetano. La nueva edificación de sobrias líneas art decó, igualmente funcionó de hotel con bar y restaurante, donde acudían para la tertulia grata y el rato de solaz, abogados, empresarios, comerciantes e intelectuales, que hacían vida profesional en el centro de la ciudad o que como referente del Barquisimeto de ese tiempo, era el sitio de costumbre. En el Hotel de “La Francia” se alojó por casi un año el afamado plumillista español, Alejandro Sánchez Felipe (1895 – 1971), connotado pintor, dibujante, acuarelista y educador, quien estudió en la Academia de San Fernando en Madrid. Fue discípulo de los españoles Antonio Muñoz Degrain, Cecilio Pla y Julio Romero de Torres. Luego viajó por varios países de América, entre ellos Venezuela donde permaneció largo tiempo. Además de pintar, se dedicó a la enseñanza y bajo su dirección se formaron varios de nuestros artistas, entre ellos el barquisimetano Hernán José Álvarez Álvarez de nuestra grata recordación, quien nos contaba las amenas tertulias en las mesas de “La Francia” entre su persona ávida de adquirir las destrezas como plumillista de Sánchez Felipe, el mencionado artista español, y el maestro Rafael Monasterios y su más fiel discípulo Ramón Díaz Lugo.
n uno de los locales de “La Francia” estuvo la barbería “Petit Trianon” del célebre serenatero Miguel Ángel Silva, aludido por don Félix Morón en la letra de su vals “Ah Mundo Barquisimeto”: “…era Miguel Ángel Silva acompañado de Alesones, que en las noches alegraban en cada reja los corazones…”
Finalmente en 1974, a raíz del Decreto del Ejecutivo del estado Lara, de la ampliación y remodelación de la carrera 19, fue demolido en robusto edifico de “La Francia” construido por Plácido Casas, para lo cual se usó el sistema de la inmensa bola de acero operada desde el largo brazo una grúa mediante gruesas guayas. Aquella esférica mole con cada envestida lograba el desplome de la estructura y paredes de la edificación. Esa fue la última vez que ese sistema de demolición de usó en Barquisimeto y nosotros fuimos hasta el sitio para ver aquella escena y ser testigo de excepción de aquella, para nosotros, rareza tecnológica de la demolición, que sólo habíamos visto en películas.
Después, vimos el proceso de construcción del actual edificio que se levanta en esta historiada esquina barquisimetana y que sigue llevando el nombre de “La Francia”, que gracias a la inversión en esa oportunidad hizo Hugo Fior, fue posible erigirlo con las modernas formas arquitectónicas que lo distinguen, cuyo estudio y proyecto fue realizado por la firma Apresur bajo la dirección del arquitecto Paolo D´Onghia.
Dicha Edificación, como lo escribimos para la edición del Diario El Informador de fecha 15 de noviembre de 1990, responde a un leguaje innovador donde el citadino encuentra una arquitectura atractiva visualmente. De igual forma, este proyecto está concebido respetando la significación del Palacio de Gobierno y del Teatro Juáres.
En nuestros días, la UNEFA tiene uno de sus núcleos de formación en este edificio que sigue llevando el nombre de “La Francia”, la mismo que por Luis Leroux, los barquisimetanos de manera espontánea llamaron de esta manera a esta esquina, donde acudían los caballeros a lustrase los zapatos, con limpiabotas celebres, como “el sordo” un diestro lustrabotas que en su juventud había sido boxeador y a consecuencia de los golpes había perdido la audición.
Hemos entonces hurgado en nuestra biblioteca y hojeado varios libros, dándole vida a personajes, poniéndolos a andar nuevamente y haciendo vibrar su presencia entre nosotros con sus dramas y alegrías, como sólo puede hacerlo la lectura, el fascinante mundo de la palabra escrita, por lo cual se celebra El Día Internacional del Libro y del Idioma cada 23 de abril por resolución de la UNESCO, con el objeto de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual a través del derecho de autor. Esta fecha coincide con la muerte de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y Inca Garcilaso de la Vega, tres figuras importantes de la literatura mundial.
Con la esquina de “La Francia”, a través de Reseña de la Añoranza, tratamos de contribuir una vez más, con el fomento de la lectura, en personas de todas las edades en aras del desarrollo intelectual y de la cultura, reconociendo igualmente el derecho de autor para incentivar la creación literaria, como una aporte a la cultura mundial gracias a la web, reconociendo su valor para el desarrollo humano y la transmisión de conocimiento, fomentándose de igual forma el placer de leer y descubrir nuevas historias, como las de esta esquina barquisimetana, que de casa de familia pasó a banco, casino, hotel, botillería, la primera venta de autopartes, el sitio donde se destapó la primera cerveza en la capital del estado Lara, el epicentro desde donde se urdían serenatas y donde los caballeros se lustraban los zapatos, para terminar siendo un centro universitario con locales propios de la dinámica de esta ciudad de comercio y servicios por excelencia desde finales del Siglo XIX, debido precisamente a su envidiable ubicación geografía como encrucijada de caminos.
Barquisimeto, domingo 13 de abril de 2025.
Fuentes Consultadas:
Azparren, R. (1978) Barquisimetaneidad, Personajes y Lugares. Talleres Escobar. Caracas. Venezuela.
Brito, I. (1990) La Tradicional Esquina de la Francia. Diario El Informador. 1990, Noviembre 15. 1-B. Barquisimeto Venezuela.
Fundación Wikimedia (2025) Día Internacional del Libro [Infor4mación en Línea] Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_Internacional_del_Libro
Liscano, M. (1923) Barquisimeto. Organización Política. Comercio. Industria. Agricultura y Cría. Directorio General. Tipografía América. Barquisimeto. Venezuela.
Macías, E. (1952) Postigo de Antaño y Hogaño. Crónica sobre la fundación y desarrollo de Barquisimeto. Capítulo inserto en la Guía Económica y Social del Estado Lara. Editada por Cámara de Comercio del Estado Lara con motivo del cuatricentenario de Barquisimeto. Editorial Continente. Barquisimeto. Venezuela.
Misle, C. (1984) Alma Llanera. Himno Popular de Venezuela. Caracas. Venezuela.
Mosquera, M. (1971) Carlos Borges. Vida y Obra. Talleres Cromocrip. Caracas. Venezuela.
Nazoa, A. (1993) Humor y Amor. Editorial Panapo. Talleres Editorial texto. Caracas. Venezuela.
Querales, R. (1996) Nomenclatura de Barquisimeto. Topografía Horizonte. Barquisimeto. Venezuela.
Silva, R. (1959) Barquisimeto, Historia Privada, Alma y Fisonomía del Barquisimeto de Ayer. Caracas. Venezuela.
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La entrada Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López se publicó primero en El Informador Venezuela.