Quebrada socava patios de unas 150 familias de la parroquia Unión

Gracias a la circulación de la quebrada el patio se les está quedando pequeño y algunos ya empiezan a reponer algunos cauchos en sus improvisados gaviones. Esta es la situación de zozobra que viven alrededor de 150 familias en el sector Santos Luzardo, donde varias residencias están en puntos más críticos por el socavamiento en tramos que presenta esta comunidad de la parroquia Unión. Vecinos piden que se les dé respuesta de canalización y así las aguas servidas fluyan por el centro.

El tramo cercano a la calle 5 tiene varias placas que fueron arrancadas y el deslizamiento se acentúa en casas como de la señora Geraldine Sánchez, quien señala con su dedo índice hacia la quebrada y el borde de su solar que está carcomido, en un efecto de desmoronamiento progresivo. Esas aguas negras se concentran hacia la orilla y la humedad ha ido desprendiendo varias filas de cauchos enterrados y como soporte de contención. «Termino con gastos porque me toca pagarle las horas de trabajo a quien me pueda realizar la reposición», dice Sánchez, a quien le toca seguir buscando cauchos de desechos, para tomar previsiones.

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Tres cuerdas de alambre son las que le advierten el peligro a sus dos pequeños hijos, quienes no superan los siete años de edad. Tienen prohibido asomarse ni siquiera porque se les haya caído un juguete, ya que pueden caer a la quebrada. Indican que no tienen otras opciones para mudarse hacia otro lugar más seguro.

Quebrada es un peligro latente

«Son familias que viven asustadas y siempre con la sombra de la tragedia suscitada en 1981, cuando la crecida de la quebrada terminó inundando y dejando damnificadas a más de 100 familias», lamenta Dulcinea de Peraza, dirigente vecinal, recordando que se trató de una emergencia donde se puso a prueba la solidaridad, y en su caso le dio acogida a tres familias mientras eran reubicadas en un lugar seguro.

No desean que se repita ese episodio tan angustiante y por eso insisten en que se apruebe la canalización, la cual fue solicitada a las instancias municipal y regional. «No entendemos, si es que también nos tocará pedir apoyo en el Ministerio de Ambiente, recurrir a nivel nacional», cita Peraza, del cansancio porque han agotado todos los recursos y el curso de la quebrada sigue socavando las orillas.

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La insalubridad es una constante y sólo agradecen que no tienen parientes alérgicos, porque la fetidez suele ser más intensa en los momentos en que el cauce es bajo y la concentración es insoportable, tal como describe Donniyer Silva, siempre tratando de mantenerse con las puertas y ventanas cerradas para no vivir asfixiado en su casa levantada con láminas de zinc.

«No sólo es el mal olor, sino la invasión de zancudos que asusta con enfermedades y hasta la maleza siendo nido de culebras», dice al recordar que durante la semana de mediados de febrero, consiguieron cinco serpientes intentando meterse en varias casas. Todo por el acumulado de maleza que los vecinos limpian, pero al poco tiempo se regenera.

También necesitan asfaltado para la calle 5, incluido entre las propuestas de proyecto popular.

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