Paciente bipolar entre negación y crisis existencial

Una persona muy cambiante de ánimo o con episodios depresivos, debe averiguar si padece el trastorno bipolar. Los especialistas insisten en que hay que tener el diagnóstico y evitar un estado de negación, con acompañamiento familiar y el apoyo profesional. Se debe identificar los detonantes de las crisis para contrarrestarlas. Llaman a evitar el estigma social ya desempeñarse en la cotidianidad, con calidad de vida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), registró más de 45 millones de casos y suele ser la sexta causa de discapacidad en el mundo, cuando no se cumple con el tratamiento para la estabilidad emocional, antidepresivos, antipsicóticos, entre otros relativos a la clínica.

«Se maneja con ligereza, no le dan importancia ni siquiera por ser cambios extremos del estado de ánimo», indica el psiquiatra Marco Tulio Mendoza, en torno a este trastorno de salud mental, por el que los pacientes se debaten entre los episodios maníacos y los depresivos. El trastorno bipolar tipo 1 puede ser de crisis que pueden llegar a siete días y amerita hospitalización, mientras que el tipo 2 suele ser menos grave, con intermitencias de estados de humor más frecuentes.

Puede ser hereditaria, de acuerdo a la carga genética y con menos posibilidad si se trata de familiares con lejanos lazos de consanguinidad. Explica que un individuo maníaco puede ser muy eufórico, estar muy triste o sentirse enfurecido, muchas veces teniendo en común el poco descanso. Mientras que el perfil depresivo no solo deja de dormir, pierde el apetito y hasta termina violento, siendo tan lamentable que puede llegar a tentar contra su vida.

Pacientes bipolar puede tener cambios bruscos

Mendoza se refiere a cambios bruscos que generan confusión en el paciente y allegados, comenzando por la disminución de la serotonina, siendo el neurotransmisor de las emociones y que puede disparar la ansiedad. También altera la dopamina y afecta directamente la memoria y los movimientos, dejando a una persona muy enérgica.

Todo es relativo, porque un niño hiperactivo apenas puede ser un rasgo, pero no determinante, y durante la adolescencia puede ser más decisivo. La falta del diagnóstico o no cumplir con el control psiquiátrico y psicológico, puede provocar un alejamiento extremo, de hasta cinco meses de encierro en la habitación, incluso escribir un libro o realizar algún trabajo desde casa, pero sin interés por salir al mundo exterior.

Una de las excusas para la negación del paciente es no tener claras las diferencias entre trastornos de personalidad, siendo aquel irritable (amargado), psicopático (sin empatía y ni remordimientos), narcisista (con complejo de superioridad), entre otros que no se tratan de trastorno bipolar.

La psicóloga, Bolívar Pérez, destaca que el estigma social es una de las amenazas que puede restablecer capacidades, pero si el paciente es responsable consigo mismo y evalúa el peligro de las recaídas, puede desarrollar su cotidianidad con calidad de vida.

De allí que personas que llevan varias décadas lidiando con la bipolaridad, pueden identificar esos detonantes propensos a recaer, siendo el más común el estrés, la ruptura amorosa o algún duelo. Desde ese momento, acude a las orientaciones del psiquiatra y está abierto a las terapias del psicólogo.

«Lo importante es buscar ayuda, para que no interfiera en la relación social o laboral, manifestándose en una discapacidad», explica Pérez del compromiso con la salud mental.

La familia puede ayudar con su mirada amorosa y apoyo hasta logístico. Además de lo pertinente a los hábitos saludables, como la actividad física, contacto con la naturaleza, socializar, ejercicios de respiración, romper rutinas y ser riguroso al cumplir el control del tratamiento.

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