Jesús se hace presente en los corazones de los feligreses que viven la víspera de la Navidad a través de las misas de aguinaldo. Celebración litúrgica que es un privilegio otorgado por el Vaticano a Venezuela en 1888, que inicia en la mayoría de las parroquias el 16 de diciembre y que fusiona la Palabra de Dios, junto a la alegría de los cantos que resaltan la llegada de Jesús, colmando de paz y reconciliación para hacer el bien a los demás.
Los sacerdotes reiteran que se trata de la novena que deja el mensaje de unión y llama a disfrutar sin excesos esta época dedicada al Niño Dios.
A las 5:00 a.m. las parroquias suelen despertar a sus feligreses con el estruendo de algún fuego artificial y con la música de los aguinaldos y villancicos. Se crea un ambiente de regocijo y de invitación abierta a la familia, como el principal pilar en la sociedad que debe mantenerse unida.

¿Cómo nace esta celebración previa al nacimiento del Niño Dios?
El padre Jesús Lárez, director de la pastoral comunicacional de la arquidiócesis, explica que fue gracias al papa León XIII, cuando los venezolanos empezaron a transformar las misas en cantos de emoción, incluyendo la parranda y aguinaldos. Toda una ovación con versos al niño lindo, a Jesús con la Virgen María y San José, además de contagiar al son de las melodías que se complementaron con la percusión africana de los tambores, los ritmos del cuatro y hasta la presencia ancestral con las maracas.
Lo define como un rito festivo que prepara desde lo espiritual para la presencia de Jesús en las vidas de los feligreses. «Con la Navidad, Jesucristo se hace presente para alegrar nuestra existencia», exclamó y reiteró la profecía bíblica que implica la palabra de Emmanuel, recordando «Dios con nosotros». Además de considerar la presencia de María, como una puerta abierta de entrega y salvación, tal como lo demuestra con su amado hijo.
Es un contexto que también resalta a Jesucristo como el proveedor de la paz, cuya vivencia permite la reconciliación y amar al prójimo.

Una hermosa vivencia larense
Tal apreciación coincide con el padre Freddy Rodríguez, quien destaca las misas de aguinaldo como una anticipación al misterio de la Navidad. «Nos gusta la fiesta y la alegría, por eso compartimos este ambiente de gozo», menciona acerca de los nueve días, generalmente del 16 al 24 de diciembre —porque son pocas excepciones de aquellas parroquias que inician a partir del día 15— que exalta la manera más cercana y afectiva del encuentro, en función de Dios.
Como párroco del templo Santa Teresita del Niño, tienen el lema «¡Ven, dulce Jesús mío, mi niño adorado! ¡Ven a nuestras almas!». Cada día es temático, dedicando la oración a estudiantes y maestros, trabajadores y gremios, enfermos y ancianos, iglesia y sus ministros, Venezuela, familia y sociedad, encarcelados y perseguidos, finalmente a migrantes.

Tal festín es aplaudido por el padre Lárez, donde las iglesias están decoradas y se respira ese ambiente colmado de emociones e incluyendo la bendición de pesebres realizados entre las comunidades, como una de las principales manifestaciones de convivencia y organización colectiva, tal como ha realizado en los sectores de Cuesta Lara, Los Crepúsculos y tiene más invitaciones. Los parrandones también son opcionales, incluso con algunos entre varias parroquias y con la receptividad de agrupaciones musicales en conciertos.
Así expresan la belleza de la Navidad que trasciende de esa vistosa imagen exterior y se refleja en los corazones. Siempre recordando la esencia de compartir desde lo más simple y sin aplicar esa concepción errónea del abuso en fiestas o demás bochinches, los estruendos de fuegos artificiales, consumismo excesivo que interfiere en la estabilidad económica y los abusos en comidas ni bebidas alcohólicas que arriesguen la salud.













