La verdadera inclusión es la posibilidad real de que cada persona pueda desarrollarse en su vida familiar, educativa y laboral sin que las capacidades especiales o condición de nacimiento le impida avanzar. Si bien la fortaleza es mental, la familia y la sociedad se convierten en pilares fundamentales para lograr la superación personal.
En América Latina y el Caribe, cerca de 85 millones de personas viven con alguna discapacidad, según datos del Banco Mundial. Estas personas enfrentan muchas barreras, pero la más dolorosa es la discriminación.
La doctora Julaymargod Martínez, presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría filial Lara, explicó que en la mayoría de los casos la estigmatización hacia las personas con capacidades especiales comienza en casa, cuando son los propios padres quienes se resisten a aceptar un diagnóstico por miedo, desconocimiento o prejuicios.
«Si yo no acepto el diagnóstico no puedo hablar de inclusión…La inclusión siempre será garantizar que los niños tengan una atención desde la familia para que se puedan desarrollar plenamente…Los padres deben aceptar que nacer con una condición es para toda la vida. Ellos necesitan oportunidades de mejora para que puedan relacionarse con su entorno adecuadamente», explicó.

Los niños del espectro autista, síndrome de Down, con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), con discapacidad física o motora, los ciegos o sordos merecen ser amados. Por eso los especialistas trabajan con los padres, para que los estimulen y enseñen que los límites son mentales.
Niños con capacidades especiales únicas
«Cada quien tiene capacidades especiales para salir adelante», advirtió Marlys Coroba, terapeuta. «Un profesional debe ayudar a los padres a conectarse con él y desde su negación aprender a amarlos, descubrir sus potencialidades para ayudarlo a salir adelante y que sea autónomo», afirmó.
Trabajan para que el niño sea independiente, aunque parezca imposible. «Si yo creo en Dios, nada es imposible para el que tenga fe», sentenció.
La hija de Marlys es un ejemplo de superación, es del espectro autista, tiene déficit cognitivo y a pesar de que le decían que tenía pocas posibilidades para estudiar, desde pequeña derribó esas barreras. Actualmente cursa la carrera universitaria de enfermería.

«Ella no se rinde, no es fácil, pero ella decidió graduarse. Hay que empujarlos a que logren cosas y estar atentos a que cuando ellos fracasen y no se frustren, y lo intenten hasta conseguirlo, ahí es en lo que se tiene que trabajar», recomendó.
En el Centro Integral de Bienestar Emocional (CIBE), atienden a niños y jóvenes con síndrome de Down y han comprobado que en aquellos casos en que los que las familias no se rinden a la hora de estimularlos o insistir con su educación, ellos pueden aprender a leer, a hablar, a expresarse, aprender un oficio y entrar al mercado laboral.
«Una gran barrera es la desinformación, quizás por la situación económica los padres desconocen el tipo de capacidades de un niño síndrome de Down y esto pasa porque no los llevan a un genetista, un médico, psicólogo, o fundación que los ayude», expresó María Alejandra Sivira, psicólogo y fundadora de CIBE.
Habló de los casos de niños con TDAH, una condición del sistema nervioso que es muy común y que muchos padres desconocen el diagnóstico. «Ignoran que la alimentación juega un papel importante y puede influir en su comportamiento. Los padres deben saber que el exceso de carbohidratos no les ayuda, que deben tener una dieta equilibrada y nutritiva para mejorar su estado de ánimo, concentración, energía…Y que deben cumplir una rutina de sueño», argumentó.
Obstáculos educativos
Al menos 140.000 estudiantes poeseen capacidades especiales en Venezuela, según la última Memoria y Cuenta del Ministerio de Educación que documentó Cecodap en 2020.
Zuly Roa es terapeuta ocupacional y explicó que aunque en el país en los últimos años se han creado leyes para garantizar la inclusión a las personas con capacidades especiales, a nivel educativo existen limitantes que les impide a algunos niños y jóvenes avanzar. Tanto en instituciones públicas como privadas hacen falta docentes formados para atender a estudiantes con capacidades especiales. Los currículos no están adaptados. Hay carencias en la infraestructura, no tienen materiales educativos acorde o no cuentan con especialistas aliados para la orientación.
«Lamentablemente, son niños que terminan o a un lado de la maestra o en el último puesto del salón porque se les dificulta el seguimiento de instrucción…Algunos planteles les exige un tutor para que con un acompañamiento den resultados, pero hay colegios que prefieren que el niño no esté allí», agregó.

El 15% de los chicos con capacidades especiales en Latinoamérica y el Caribe no van a la escuela porque la exclusión comienza en la infancia. Datos de la Confederación de Sordos de Venezuela (Consorven) en 2022, destacan que dos de cada 10 personas con discapacidad no estudian con regularidad en el país. Las barreras educativas son mayores en secundaria y la universidad.