Hace 10 años, La Carucieña, comunidad ubicada al oeste de Barquisimeto, era un sector marcado por la violencia. Las calles, antes llenas de vida, se habían convertido en escenarios de bandas delictivas que buscaban captar jóvenes. En medio de este panorama desolador, tres mujeres decidieron tomar cartas en el asunto para frenar el ocio y la violencia buscando alternativas para brindar oportunidades a niños y jóvenes. Así nació la Fundación Latidos.
La Fundación Latidos fue creada en febrero de 2015 fue impulsada por la comunidad de las Hermanas Misioneras Médicas de Barquisimeto, en un contexto marcado por la violencia, la pobreza y la desesperanza, especialmente en la población infantil y juvenil. La religiosa Maigualida Riera; Sujey Caldera, profesora de música y Teresa Murphy, música estadounidense, decidieron abrir un espacio para el arte y la música.

«Estábamos muy preocupadas por la violencia en La Carucieña. Los niños eran testigos de cómo asesinaban a personas y nadie hacía nada. El futuro y la esperanza del país se estaban yendo a manos de la delincuencia y por eso decidimos hacer una convocatoria de canto para jóvenes, y fue masiva», comentó Maigualida Riera.
Poco a poco comenzaron a recibir a los primeros niños. La parroquia Jesús de Nazaret, ubicada en La Carucieña, se convirtió en la primera sede de la fundación latidos, un espacio en el que día tras día se iban sumando más niños y adolescentes que querían aprender música y artes.
Pero no sólo la música y el arte eran el objetivo de las tres fundadoras. Ellas sabían que a través del canto atraían a más estudiantes, sintieron la necesidad de dar más por ellos, por lo que no dudaron en promover la cultura de la vida y la paz, inculcándoles valores como el respeto y la disciplina.

Tenían claro que querían formar a ese nuevo ciudadano. La fundación comenzó a tener muchos integrantes y tuvieron que trasladarse a la escuela de la urbanización. Allí duraron alrededor de cinco años y luego se mudaron a una casa ubicada en el sector II de La Carucieña, calle 4 entre 7 y 11 que fue donada por dos ciudadanos estadounidenses.
Esta casa se convirtió en la sede principal de Latidos, pero la misión no estaba completa. La violencia en Barquisimeto seguía incrementándose, hasta el punto de extenderse a más zonas, y esto hizo que las mujeres buscaran otras sedes.
Los barrios La Lucha, José Félix Ribas, El Garabatal, 12 de Octubre y Pavia se unieron para seguir ganando espacios para promover la paz, y fue así como lograron llegar a doce comunidades del oeste de Barquisimeto y atender a más de 2000 jóvenes.


A lo largo de los años, Latidos ha crecido significativamente. Actualmente, atiende a más de 500 estudiantes, ofreciéndoles música a niños y jóvenes de entre 3 y 17 años, brindando apoyo también a sus familiares y fortaleciendo el tejido social de las comunidades. Riera resaltó las historias de los jóvenes, que gracias a la música han encontrado un propósito y decidieron alejarse del camino de la violencia, son testimonios del poder que tiene el arte, llevándolos al punto de ser una terapia para sanar heridas.
Durante estos años, la fundación se ha mantenido por alianzas con universidades como la UCLA, además de empresas que otorgan recursos para la atención de cada uno de los pequeños.
A las clases de música se unieron las de baile tradicional y urbano, además de dibujo.
Fundación Latidos cambia vidas
Quienes han asistido a la formación de «Latidos» son testigos de cómo cambiaron sus vidas. Las niñas que crecieron en un sector, signado por la violencia y embarazos en adolescentes, encontraron en el baile y canto un destino distinto, y han sido ejemplo para que otros jóvenes sigan ese mismo camino.
En la fundación también hacen énfasis para erradicar el bullying que tanto daño hace al autoestima de los niños; incentivan mediante actividades grupales, supervisadas por un equipo multidisciplinario, el compañerismo, trabajo en conjunto, desarrollo de ideas en beneficio colectivo, con el fin de formarlos en ser buenos ciudadanos.
El bienestar de los estudiantes es una prioridad para la fundación, coordinadores y fundadoras están conscientes de la necesidad que tienen cada uno de los niños y adolescentes, por esto hacen jornadas de salud, además hasta el año pasado contaron con psicólogos.
En las charlas que han desarrollado sobre qué es la violencia y sus tipos, han podido evaluar que hay hogares donde existe la violencia intrafamiliar y hace años registraron un caso de abuso sexual, esto les permitió encender las alarmas y continuar promoviendo talleres y «café» entre familias, para conocer sobre las inquietudes de cada uno de los miembros.
«Los espacios de café latidos es para reunirnos con representantes de los niños que asisten a las fundaciones y también con los vecinos de las comunidades, pues son ellos los que nos dicen qué temas se pueden abordar en cuanto a vulneración de los derechos», comentó la profesora Sujey Caldera, parte de la Fundación Latidos.
La fundación latidos quiere seguir formando en valores al futuro de Venezuela, enseñándoles los mandamientos de Dios para que sean jóvenes encaminados en la fe cristiana, que es marcada por las hermanas misioneras y los padres jesuitas.