En el Movimiento DECODE le rendimos homenaje a una figura esencial de la sociedad civil larense, especialmente de Carora. A tal efecto reproducimos un texto de Jorge Euclides Ramírez.
Murió en su hamaca luego de una activa jornada en la cual hizo contacto con caroreños pobres, con caroreños ricos, con ganaderos, con profesionales, con peloteros, músicos y le quedo tiempo para quitarse la sed con algunas frías en el Pequeño Pedro.
Domingo Perera Riera fue uno de los caroreños más importantes a lo largo de los 450 años que tiene la ciudad pero aún no lo sabemos porque su cotidiana cordialidad no le dejaba espacios a la perspectiva con la cual se debe observar a los grandes hombres, a esas figuras claves que configuran un antes y un después en la historia de las sociedades.
Otro de los aspectos que conspira en contra del reconocimiento que debe hacérsele a este personaje de emblemática utilidad social es que todas sus obras y logros fueron consecuencia de un esfuerzo colectivo, dentro del cual él era genial organizador y líder entusiasta pero siempre confundido en el tumulto emocional donde el protagonismo se repartía en las mil caras de la alegría popular.
Domingo Antonio Perera Riera era hijo de José Ramón Perera Meléndez y Atala Riera de Perera y toma su nombre de un importante prócer de la independencia venezolana, Domingo Antonio Perera Álvarez, hijo a su vez del primer caroreño que llego a Carora, Lázaro Perera Antinch, casado con María Cecilia Álvarez, descendiente directa de Salvador Álvarez de la Parra, colono español sobre quien gravita genealógicamente la caroreñidad. Domingo Antonio Perera Álvarez fue comisionado por el Congreso instalado el 5 de Abril de 1811 para que informara a Barquisimeto de la independencia venezolana frente a España y condujera todo lo procedente para hacerla efectiva. No existía para aquel entonces un ejército patriota y la insurgencia libertaria se comprimían a un grito simbólico ante el más poderoso imperio militar de la época. Domingo Antonio Perera Álvarez, abogado e intelectual casi sin hombres ni armamento presento batalla a las tropas de Cevallos y muere como héroe en la Cruz Blanca, sitio que para ese entonces quedaba en las afueras de Barquisimeto.
Domingo Perera Riera conocía su linaje procerico al cual agregaba la herencia humanista de su bisabuelo el gran latinista venezolano Ramón Perera. Por estas razones su conducta siempre estuvo signada por la entrega al servicio público, misión que cumplía sin quebrantar jamás su porte de altivo caballero de rancio abolengo familiar.
La odontología fue su profesión y de ella siempre vivió modestamente hasta que los compromisos públicos le absorbieran a tiempo completo, en algún momento incursionó en lides empresariales pero su desapego frente a los bienes materiales y su obsesiva honestidad en el manejo de los fondos públicos que le toco administrar impidieron su florecimiento en el área económica, ya que con las pocas ganancias y ahorros de su actividad privada subvencionaba sus actuaciones públicas.
Se graduó de odontólogo en Brasil e hizo su revalida en la Universidad de los Andes. Sus primeros pasos en la vida pública fueron como Presidente de las Ferias Patronales de San Juan Bautista, a las cuales convirtió en una celebración popular con presencia de todos los barrios caroreños, los cuales anteriormente eran mudos testigos de las diversiones del sector ganadero quienes tomaban las calles principales de Carora a lomo de caballo. Domingo Perera reinvento estas ferias con carrozas que representaban a los sectores populares, con jornadas musicales, templetes con espectáculos artísticos y de esta forma hizo de las Ferias de San Juan en Carora un acontecimiento colectivo y popular dentro del cual las cabalgatas, también organizadas por él, fueron un elemento folclórico adicional pero no axial.
Este empuje organizativo lo llevo también a democratizar el funcionamiento del Club Torres el cual durante su Presidencia fue mas un escenario cultural, educativo y gremial que el refugio de las fantasías áulicas de algunos caroreños vanidosos. Pero como de todas formas este club era el dominio de los ganaderos, lidero la creación de un nuevo espacio para las clases emergentes de la ciudad, el Centro de Profesionales, creando de esta forma una nueva dimensión dentro de la vida social caroreña, democratizándola y desarrollando así nuevas potencialidades.
Paralelamente a estas iniciativas Domingo Perera fue también el aliado imprescindible que tuvo Juan Martinez Herrera para encauzar la revolución cultural caroreña que se inicia en la década de los sesenta del pasado siglo 20. Gesta que tiene su mejor acabado con la construcción del Teatro Alirio Díaz, obra iniciada contra viento y marea por él mismo cuando fue Gobernador de Lara…
No hay suficiente espacio en un breve artículo de opinión para registrar con propiedad todo lo que le debe Carora a Domingo Perera ni tampoco es nuestra intención quitarle el privilegio a Juan Perera, su hermano menor, de escribir el texto sobre su vida y obra para ilustración de las nuevas generaciones. No obstante allí está la Represa Cuaricentenaria, la Planta de Tratamiento, el canal de riego hacia la Otra Banda, el malogrado Parque a las orillas del Morere, la desaparecida escuela granja Fe y Alegría, todo con el protagonismo de Domingo Perera Riera.
Como si todo esto no bastara está también su esfuerzo por mantener el béisbol aficionado, sin presupuesto, sin reconocimiento de ningún tipo, lo condujo, lo animo y siempre le presto la hidalguía de su presencia.
Murió en una hamaca, sin tiempo para que la tristeza invadiera el entorno de entusiasmo, alegría y éxito social que caracterizó su trayectoria vital. Ahora que puede verse en perspectiva su obra y sus aportes se hace obligatorio rendirle los reconocimientos y los tributos que merece, no por él sino por Carora, ya que una ciudad que no rinda homenaje a sus grandes hombres esta sentenciada a perecer en los abismos de la decadencia. [email protected]
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La entrada Domingo Perera Riera líder Inmortal de la Sociedad Civil se publicó primero en El Informador Venezuela.