La cifra de fallecido en Myanmar supera las 3.000 personas, luego de la crisis más grande que enfrenta la ciudad, luego del terremoto de magnitud 7,7 ocurrido el pasado viernes. Fuentes militares indican que otras 4.715 personas habían resultado heridas y 341 estaban desaparecidas.
Las estimaciones de víctimas de los medios locales han sido mucho más altos que las cifras oficiales y, dado el poco acceso a las telecomunicaciones y que muchos lugares siguen siendo difíciles de alcanzar, se cree que los números podrían aumentar drásticamente a medida que lleguen más detalles.
La Organización Mundial de la Salud dijo que, según su evaluación inicial, cuatro hospitales y un centro de salud habían quedado destruidos por completo, mientras que otros 32 hospitales y 18 centros de salud sufrieron daños parciales.
Myanmar enfrenta crisis humanitaria
La atención se centra en la creciente crisis humanitaria, pero pese a los pocos recursos hospitalarios, la atención se ve muy limitada. “Con la infraestructura comprometida y el número de pacientes aumentando, el acceso a la atención médica se ha vuelto casi imposible en muchas de las áreas más afectadas. Miles de personas necesitan urgentemente atención por traumatismos, intervenciones quirúrgicas y tratamiento para brotes de enfermedades”, afirmó la ONU.
Muchas personas quedaron damnificadas y otros evitaban sus casas por temor a que las réplicas continuas las derrumbasen, mientras trabajadores en Naipyidó trabajaban arduamente en campos abiertos para levantar grandes tiendas de campaña y proporcionar algo de refugio.
Más de 1.550 rescatistas internacionales trabajaban junto a los locales, según un comunicado de los militares, y diecisiete países han enviado suministros y equipos de rescate.
Esta terrible crisis empeoró una crisis humanitaria ya grave, con más de tres millones de personas desplazadas de sus hogares y casi 20 millones necesitadas incluso antes del sismo, según Naciones Unidas.
