El Carnaval de Río de Janeiro, una de las fiestas más emblemáticas del mundo, llenó de color, música y energía el Sambódromo Marquês de Sapucaí. Miles de personas vibraron al ritmo de las escuelas de samba, donde los maestros percusionistas fueron piezas clave para mantener la cadencia perfecta de los desfiles.

Los aproximadamente 70.000 espectadores que asistieron cada noche quedaron maravillados con la combinación de imponentes carrozas, fastuosos trajes y bailarines de gran destreza, y para los amantes de la samba, el verdadero corazón del Carnaval late en la percusión, la cual estuvo dirigida con maestría por los líderes rítmicos de cada escuela.


De acuerdo a lo reseñado por la agencia AP, uno de los nombres más destacados fue el de Carlos Eduardo Oliveira, mejor conocido como Mestre Dudu, quien lideró la sección de percusión de Mocidade Independente con un lenguaje de señas que permitió la sincronización perfecta entre cientos de músicos.