Exploración de la Identidad Contemporánea en la Exposición La Cara Oculta de Alejandro Pantin y Melchor Balsera
El pasado domingo 2 de febrero, la exposición La cara oculta dejó su huella en el concierto de Jorge Glem en Alzacopas, donde los artistas plásticos Alejandro Pantin y Melchor Balsera presentaron una profunda reflexión sobre la identidad contemporánea. A través de sus obras, los artistas invitaron al público a adentrarse en un viaje visual que explora la intersección entre lo interior y lo exterior, entre la corporalidad y el paisaje, estableciendo un diálogo entre las emociones, la historia personal y el entorno.
La exposición se convierte en un espacio donde la identidad toma conciencia de sí misma y se manifiesta de manera tangible a través del cuerpo, transformándose en un mapa que fusiona lo emocional con lo físico. Ambos artistas, con enfoques y técnicas distintas, abordan el concepto de identidad desde perspectivas complementarias, generando una experiencia inmersiva que lleva al espectador a cuestionar las nociones tradicionales sobre la representación del ser.
Alejandro Pantin: Escultura, Libro y Territorio
Alejandro Pantin, escultor venezolano, presenta en La cara oculta una serie de esculturas realizadas con libros obsoletos, material que para él se convierte en un medio cargado de significado. Utilizando una técnica inspirada en la arquitectura, Pantin corta los libros siguiendo el perfil topográfico de un terreno, creando volúmenes que se transforman en figuras humanas que recuerdan las formas anatómicas clásicas. Su obra explora la relación entre el cuerpo y el territorio, sugiriendo que la identidad no solo se moldea por la historia personal, sino también por la huella dejada en el entorno. La obra de Pantin destaca por su espontaneidad, revelada en los colores, patrones y textos que emergen entre las capas de los libros, generando una profundidad visual única que invita a la reflexión.
En palabras de Pantin, su proceso escultórico es un acto de reciclaje que otorga una nueva vida a lo que se considera obsoleto, utilizando el libro como soporte para una interpretación contemporánea. Con este enfoque, no solo se construyen cuerpos, sino también historias, dejando patente cómo la identidad se construye, transforma y se vincula a lo que dejamos atrás.
Melchor Balsera: Pintura y Abstracción de la Identidad
Por otro lado, Melchor Balsera, artista plástico de Badajoz, presenta en su parte de la exposición una serie de pinturas escultóricas que exploran la identidad a través de retratos y paisajes. Balsera emplea materiales no convencionales, como la malla de fibra de vidrio, para crear composiciones que juegan con la luz y la transparencia, lo que permite al espectador ver la obra desde diferentes ángulos y perspectivas. A través de esta técnica, el artista establece una relación entre la obra y el tiempo, sugiriendo que la identidad es un proceso en constante evolución, no estática ni definitiva.
Los retratos de Balsera, brumosos y deformados, proponen una visión de la identidad como algo más allá de lo visible, conectando con su idea de que tanto el retrato como el paisaje son reflejos de los sentimientos y deseos del artista o del observador. La complejidad de la obra, que se ve alterada por la incisión de la luz, refuerza la noción de que la identidad no es fija, sino que se redefine constantemente, desafiando las normas tradicionales de representación.
Un Viaje Entre la Figuratividad y la Abstracción
La exposición La cara oculta se convierte en un cruce de caminos entre la figuración y la abstracción, entre lo tangible y lo intangible. Ambos artistas, desde sus respectivos enfoques, buscan trascender los arquetipos tradicionales para construir un lenguaje propio, un lenguaje que refleja una visión de la identidad como un proceso dinámico y fluido. La exposición invita al espectador a reflexionar sobre cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo, nuestra historia y nuestro entorno, cuestionando los límites establecidos sobre la identidad y la forma en que esta se manifiesta en el arte.
A través de sus obras, Alejandro Pantin y Melchor Balsera no solo exploran la identidad como un concepto abstracto, sino como algo palpable, una construcción continua que se va revelando en cada capa, en cada gesto, en cada trazo. En La cara oculta, la obra se convierte en un espejo de la experiencia humana, que va más allá de lo superficial para adentrarse en lo profundo, lo oculto, lo que no siempre es visible a simple vista.
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