MADRID 24 Feb. (EUROPA PRESS) – Las elecciones generales de Alemania han dibujado un panorama político marcado por el dominio de las tesis políticas conservadoras pero en el que el bloque que encabeza la Unión Demócrata Cristiana (CDU) está abocado a buscar algún otro apoyo para formar una nueva coalición, previsiblemente de la mano del Partido Socialdemócrata (SPD).
La ‘gran coalición’ (‘Grosse Koalition’ en alemán) describe a este ejecutivo en común entre los dos grandes partidos, una alianza que no es nueva en Alemania. Durante su etapa como canciller, Angela Merkel se sirvió de esta pinza en doce de sus 16 años en el poder, todos ellos con el SPD como socio menor –el actual líder socialdemócrata, Olaf Scholz, llegó a ejercer de vicecanciller en la última etapa–.
En campaña, tanto Scholz como su previsible sustituto en la cancillería, el democristiano Friedrich Merz, se habían esforzado por marcar distancias y alejar la hipótesis de la gran coalición, conscientes no obstante de que se verían abocados a recurrir a ella como garantía de centro frente a los extremos o para evitar la repetición de las elecciones.
La CDU y su socio bávaro (CSU) obtuvieron en los comicios del domingo un 28,5 por ciento de los votos, mientras que el SPD cayó a mínimos históricos hasta quedarse en tercer lugar, con un 16,4 por ciento. Entre ambos, sin embargo, suman 328 de los 630 escaños del Bundestag, la Cámara Baja del Parlamento, y pueden gobernar sin un tercer apoyo como podrían ser Los Verdes o el Partido Democrático Libre (FDP) –este último ni siquiera ha logrado entrar en el Parlamento–.
Merz ha dicho este lunes que quiere formar gobierno lo antes posible y deja la puerta abierta a los socialdemócratas (SPD) para debatir posibles acuerdos de coalición. «Estoy decidido a mantener conversaciones constructivas, buenas y rápidas con los socialdemócratas», ha dicho el líder de la CDU, quien confía en poder haber formado gobierno «en torno a Semana Santa», o finales de abril.
Por su parte, Scholz ha anunciado ya que se limitará a culminar su mandato como canciller y que no formará parte de otro Gobierno, al término de una reunión de la ejecutiva de su formación. El actual líder se limitará a seguir como diputado raso, tal como hizo en su día el excanciller Helmut Kohl, tras perder las elecciones de 1998, informa la agencia DPA.
Merz ha advertido de que cualquier potencial socio deberá acercarse a posiciones de centro o incluso abiertamente conservadoras, por lo que todas las partes asumen que no será fácil llegar a un acuerdo. La CDU ha citado como prioridades la migración, la economía y la política exterior y de seguridad, por lo que ahora está por ver cómo acerca posturas con el SPD.
LA ULTRADERECHA, FUERA
Los democristianos sí han insistido en que no se plantean recurrir de ninguna forma a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que el domingo logró un resultado histórico y se aupó a la segunda plaza. La candidata de AfD, Alice Weidel, sí apeló directamente a Merz en la noche electoral para que levantase este cordón sanitario.
A la ultraderecha le quedaría por tanto la opción de intentar condicionar de alguna manera el futuro político de Alemania desde la oposición. En este escenario, y si sumase sus diputados a los de La Izquierda, podrían tener una minoría de bloqueo para impedir la aprobación de decisiones legislativas de calado.
Ambas formaciones suman 216 de los 630 escaños del nuevo Bundestag y tienen margen para limitar cambios a la Ley Fundamental (Constitución), como la reforma del freno al endeudamiento. La mayoría de dos tercios también sería necesaria para aprobar un fondo especial para el presupuesto de Defensa.
Fotoportada: Xinhua
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