Adiós a Edda Duque Acosta: La más grande aliada que ha tenido la Escuela Nacional Wohnsiedler
Un 19 de abril de 1917, el Presbítero Dr. Carlos Borges pronunciaba las palabras del momento en una memorable velada efectuada en el Teatro Juares de Barquisimeto, con motivo de los 9 años del Hospital La Caridad, con el objeto de recabar fondos para continuar su construcción que estaba por la mitad y que aun así prestaba ya servicios médico-asistenciales.
Esas palabras son realmente extraordinarias, en cuanto a su significación del sentido patrio:
“…¿Qué es la Patria, Señores?… Un pedazo de tierra bajo un pedazo de cielo: la tierra en que nacimos y el cielo bajo el cual queremos morir: tierra y cielo a cuya imagen y semejanza nos ha modelado la naturaleza, y que, por esto mismo, guardan con nuestro corazón, con nuestra alma, con nuestra sangre y nuestros huesos, las más fuertes, las más profundas, las más tiernas y misteriosas armonías. Lo patrio lo es todo: lo grande y lo pequeño, lo que pasa y lo que perdura, lo que sonríe y lo que llora, las realidades y los sueños, toda la alegría y todo el dolor de la vida. La Patria es el pecho de la madre que nos alimenta y el brazo del padre que nos sostiene y que nos guía, y la cabeza blanca del abuelo que se inclina sobre nuestra inocencia, y la diestra del sacerdote que nos bendice, y la palabra del maestro que nos siembra de luz el pensamiento…”
“…La palabra del maestro que nos siembra de luz el pensamiento…” cuan profunda y significativa es esta expresión, denunciadora de un mundo que es vocación y entrega, que es pasión y amor al mismo tiempo, la de ser “maestro”, pues es el sublime alarife que modela al hombre de mañana con su palabra ductora y esclarecida, con su forma de atender a las dudas de la chiquillada escolar, que ávidos de saber se desbordan en interrogantes ¿qué es? y ¿por qué? o ¿para qué?
Iniciamos la entrega de hoy de Reseña de la Añoranza, con estas palabras como antífona del homenaje que hemos decidido rendirle a una maestra de verdad, cuya vocación le ensalzaba el espíritu y elevaba su alma en una entrega sin dobleces ni cortapisas, nos referimos a la docente Edda Duque Acosta, quien atendió el llamado del Todopoderoso de este mundo a su presencia el pasado lunes 17 de febrero de 2025.
En este tributo a la memoria de la maestra Edda Duque Acosta, quisiéramos encontrar la frase exacta con que conceptuar entre el vértice que forma el amor y la mujer. Una mujer que percatada de su responsabilidad en estos aciagos momentos de resta de valores en un ambiente incomprensible, contradictorio y donde parece haberse perdido la virtud pública, dedicó su vida a enseñar. Pero lo más extraordinario, es que esa vocación irrenunciable quedó tatuada en ella, desde sus días de chiquilla en la Escuela Wohnsiedler, donde estuvieron “…las responsables de mi excelente formación en mi querida Escuela Nacional Wohnsiedler, en Barquisimeto Estado Lara…” dicho por ella misma al remorar en el 2010 a la maestra López del 1° Grado, la maestra Almida del 2° Grado, “…la maestra Rosa de Santeliz del 4° Grado y su hijo, Guillermo Santeliz me dio clases de Química en 4° Año en el Lisandro Alvarado…” y la maestra Eudrica de Yánez del 6° Grado.
Que bellas y contundentes palabras cuando un maestro deja huella: “…las responsables de mi excelente formación en mi querida Escuela Nacional Wohnsiedler…”, expresión que como una campanada trémola y sonora sacude los cimientos de nuestros pensamientos, invitándonos a la reflexión y preguntarnos, que le estamos dejando hoy a los niños, que son el futuro del mañana, cuántos niños que egresan de la escolaridad primaria de hoy pueden decir: las responsables de mi excelente formación…”
Esa circunstancia, es asidero inobjetable para sembrar en tierra fértil y abonar el futuro de la patria, donde la palabra del maestro siembre de luz el pensamiento, como sembraron en Edda Duque Acosta el germen de la enseñanza, gracias a la simiente depositada por sus maestras de la Escuela Nacional Wohnsiedler.
Edda Duque Acosta, hija de David Duque y María Acosta de Duque, vio la luz primera el sábado 10 de octubre de 1959 en su Barquisimeto querido del corazón, ingresando a la escuela Nacional Wohnsiedler cuando estaba ubicada en la esquina noreste de la hoy carrera 18 con la calle 26, precisamente frente a la esquina noroeste de la misma intersección, donde tuvo lugar el lunes 6 de julio de 1931, a las 9 y 15 de la mañana, la tragedia que conmocionó a la ciudad de Barquisimeto y la nación entera, al desplomarse una de las paredes del 4º Grado de la Escala Wohnsiedler y con ello el techo también, perdiendo la vida siente niñas y otras tantas lesionadas.
En la Escuela Wohnsiedler, no sólo aprendió las primeras letras, sino que se empapó de historias y anécdotas de este centro formativo fundado el 20 de marzo de 1907, como la segunda escuela mixta por el Concejo Municipal del Distrito Barquisimeto (actual Iribarren), teniendo como epónimo al eminente religioso y educador Pbro. Dr. Juan Pablo Wohnsiedler Morán, fundador del Colegio San Agustín, siendo las artífices de tan loable iniciativa la bachiller señorita Lola Álamo junto a Rosario de Andonaegui, Elodia Álvarez y Ana Luisa Garcés, sumándose luego Stella Cechini y Ángela Fernández de Soteldo quienes materializaron aquel centro de enseñanza primera exclusivamente para niñas, iniciándose con una matrícula de 25 alumnas en los dos turnos.
Edda Duque Acosta, realizó sus estudios de secundaria en el Ciclo Básico Común “Ezequiel Bujanda” y en el Ciclo Diversificado “Lisandro Alvarado”, para luego cursar varios semestres de varias carreras en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y luego en la Universidad Simón Bolívar Región Lara, donde obtiene el titulo de Analista Programador, así como también en el Instituto Universitario de Tecnología Isaac Newton, donde obtuvo el titulo de Técnico Superior Universitario en Educación, mención: Educación Integral. Posteriormente en el Instituto de Tecnología Industrial Rodolfo Loero Arismendi, obtuvo el título de Técnico Superior Universitario en Informática y un sinfín de cursos y diplomados como la Conferencia sobre el Uso de las Tecnologías Avanzadas en Educación dictador por el Doctor Juan José Osteriz Ortigosa, además de haberse instruido en formación académica virtual en la Fundación para la Actualización Tecnológica de Latinoamérica (FATLA), un programa académico de mayor acogida, diseñado de manera especial para educadores de todos los niveles, para aquellos tutores que desean prepararse para compartir sus clases a través de las diferentes herramientas de Internet y para gerentes de recursos humanos o desarrollo organizacional que deseen capacitar a su personal desde la virtualidad.
De la misma forma contaba con numerosos cursos de estudios realizados en el área tanto de Contabilidad y Administración como en el área de Informática y Computación, amén de su participación en múltiples talleres, seminarios y congresos en educación y en informática, inspirada en ese amor que propician las cosas grandes, como es la educación.
Hoy apenas, tratamos de esbozar una tímida pincelada que de alguna manera dibuje la panorámica de la vida de esta mujer consagrada a la enseñanza desde la admiración de sus maestras de la Escuela Nacional Wohnsiedler y a la postre ello la hace consagrase igualmente a la elevación de esa su “escuelita” como ella la llamaba con irrenunciable afecto a su Escuela Wohnsiedler, para tejer en la urdimbre de la palabra la expresión que le haga justicia y se eleven al cielo donde goza ya de la eternidad, para ponerle estrellas a su alma con lo cual el arco iris precursor de glorias brille sobre sus sienes cual guirnalda radiosa, porque una maestra es algo grandioso y ella lo sintió así desde muy temprana edad y su expresión: “…las responsables de mi excelente formación en mi querida Escuela Nacional Wohnsiedler…”, es fiel reflejo de esa grandiosidad, que ella quiso emular con denuedo, trillando a la postre con pasos ciertos, iluminando con su paso por las aulas a sus alumnos, tal cual como lo manifestaba nuestro Libertador Simón Bolívar: “…moral y luces son nuestra primeras necesidades…”
Hoy, Edda Duque Acosta se ha hecho luz, esa luz que la cubre toda y la eleva a Dios, el único que puede comprender su entrega vocacional a la educación y su “escuelita” Wohnsiedler, como beatífica actitud para una excelsa misión, recompensándola como seguros estamos con merecidas creces, porque Dios en su infinita misericordia sabe querer a quienes nos han empinado hacia la gloria, pues si ser maestra en algo grandioso sus frutos son gloriosos.
Edda Duque Acosta, podríamos decir que tuvo una humildad franciscana, con un palomar de angustias, para hablar con frases de Miguel Otero Silva en su alma, por la miseria del corazón humano, es decir la pequeñez humana, que impulsó en oposición a ello su capacidad de trabajo, como todo aquel que ansía hacerlo todo, si ello conlleva beneficios para sus semejantes. Así lo palpamos, pues fue público y notario sus dos grandes pasiones, la de enseñar que ejerció con solícito afán en la Unidad Educativa Colegio Monseñor Benítez el último de una larga lista y la de coadyuvar a su “escuelita”, la Escuela Nacional Wohnsiedler, consagrándose por completo a la capitalización de los egresados de este centro de formación primaria de más de una centuria de trayectoria y de la cual estaba orgullosísima, logrando amalgamar ese contingente humano por medio de su liderazgo y carisma en favor de la Escuela Nacional Wohnsiedler, convirtiéndose en nervio motor en la reconstrucción de la memoria histórica de la institución.
Para tan vital materia, logró la participación del Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), que es el ente rector a nivel nacional del Patrimonio de la Nación, en la persona del ciudadano Ángel Vásquez, quien explicó los pasos a seguir para que la Escuela Nacional Wohnsiedler fuese declara Patrimonio Histórico de la Nación, donde la profesora Jacqueline Alvarado de Díaz, entonces directora del plantel jugó un papel protagónico en dicha actividad, donde concurrieron gracias a las diligentes actuaciones de Edda Duque Acosta, egresados de las promociones de 1969, de 1971 y de 1972.
Con estas iniciativas, Edda Duque Acosta con el respaldo de la Fundación Casco Histórico, realizó un taller en el Centro de Historia Larense, donde expuso que la Escuela Wohnsiedler podría ser perfectamente Patrimonio Cultural, todo ello en un momento crucial, pues el profesor Luis Rodríguez Arenas como parte de la Zona Educativa del Estado Lara, había manifiesto de manera pública y notoria que era eminente la desaparición de la Escuela Nacional Wohnsiedler. Ello fue punto de honor para Edda Duque Acosta, quien no iba a permitir que su “escuelita” desapareciera, reuniendo cuatro generaciones de egresados de la Escuela Nacional Wohnsiedler, quienes brindaron todo el respaldo a que la institución fuese elevada a Patrimonio Cultural.
Se inició entonces, el arduo trabajo de la reconstrucción de la memoria histórica de la Escuela Nacional Wohnsiedler, con el objeto de recopilar información sobre hechos y acontecimientos ocurridos en la institución a lo largo de más de cien años desde que la fundara la señorita Lola Álamo, una mujer instruida desde el ínterin hogareño con un gran concepto de la virtud, tal como lo manifestaba el Padre de la Patria: “…la felicidad es la práctica de la virtud…”, pues hemos encontrado en un álbum de notas de felicitaciones, acostumbrado en épocas pretéritas, un fragmento de las palabras que le dedicara su padre Juan Manuel Álamo:
“…¡Oh, Lola, querida hija mía! La virtud es todo en esta vida pasajera; no hay otro modo para ser feliz ahora y alcanzar la inmortalidad gloriosa después. Con ella verás constantemente a Dios, a tus padres, hermanos, parientes y amigos… a toda la humanidad.
Conocer a fondo la virtud, ya es mucho, pero no es lo suficiente: es necesario practicarla.
Si la mujer es débil, como dicen, por lo mismo debes valerte de la virtud como coraza que te ponga a cubierto de las saetas que a menudo dirigen con alevosía las mezquindades y malas pasiones del mundo…”
Sabias palabras las de don Juan Manuel Álamo, reveladoras de una verdad vigente, pues la virtud es sin discusión alguna prenda de incuestionable valor aun hoy en nuestro tiempo, que como dijimos, pareciese que es un tiempo donde se ha perdido la virtud pública.
Bajo estas premisas Edda Duque Acosta, enfiló sus baterías hacia la conquista del lauro que elevara a la Escuela Nacional Wohnsiedler a Patrimonio Cultural, donde la Fundación Casco Histórico le brindó total respaldo a la meritoria iniciativa que se fue concretando de la mano de la Directora de la Wohnsiedler profesora Jacqueline Alvarado de Díaz y su personal.
El 23 de julio de 2015, Edda publica en su página de Facebook: “…Taller sobre reconstrucción memoria histórica a cargo del Lic Ángel Custodio Vásquez del Instituto de Patrimonio histórico y cultural del estado Lara…”
Nosotros en la medida de nuestras posibilidades, le brindamos la información que estaba a nuestro alcance en nuestro archivo y biblioteca particular, conjuntamente con las prerrogativas normativas que al respecto contempla la esfera jurídica venezolana. Recordamos el denuedo del Ing. Freddy Castillo quien fue vaso comunicante igualmente en aquella laboriosa jornada.
El miércoles 02 de Septiembre de 2015, Edda publica en su cuenta de Facebook: Otro paso EXITOSO para Escuela Wohnsiedler, reunión en la Biblioteca «José Gil Fourtoul» del Centro de Historia Larense con los Exalumnos Escuela Wohnsiedler: Edda Duque Acosta, Xiomara Salazar y Teodoro Leal. Familia del Casco Histórico: Yuyita de Chiossone, Ing. Raúl Azparren, Fanny de Cañizales, Celsa de Garmendia, Max Tovar (Gobierno Parroquial de Catedral), por la Comisión Técnica Permanente de Educación, Cultura y Deporte del Consejo Legislativo del Estado Lara, Diputado Filiberto Peña y su asistente, Lic. Lyli Martínez y el Dr. Freddy Castillo Castellano, miembro del Centro de Historia Larense. Oportunidad, en que Edda ofreció declaraciones a la reportera del Diario El Impulso referentes al desarrollo del trabajo que se venía haciendo para la declaración de Patrimonio de la Escuela Nacional Wohnsiedler.
El 20 de agosto de 2015 pudimos leer en su página de Facebook: “…Poco a poco nuestro sueño… Orgullosa y feliz por la misión que tengo: compartir información de mi segundo hogar mi Escuela Wohnsiedler…”
El 24 de marzo de 2016, publica su memorable encuentro: “…con Doña Alicia Iribarren, familiar del prócer Juan Guillermo Iribarren, también exalumna de nuestra escuela Wohnsiedler quien conoció a la fundadora Srta. Lola Álamo Dávila y al egresar se convirtió ella también en maestra de la Escuela Federal Wohnsiedler. Hoy estuvimos en su hogar compartiendo con su hija Carmen Fidelina y la actual Directora del plantel Jacqueline Alvarado…”
Finalmente, leemos en su página de Facebook: “…**Escuela Juan Pablo Wohnsiedler fue declarada Patrimonio Cultural Intangible**
Este martes, 18 de Septiembre del 2018, se realizó la Sesión Ordinaria Número 66 del Concejo Municipal Bolivariano de Iribarren donde la Escuela Juan Pablo Wohnsiedler fue declarada Patrimonio Cultural Intangible…”
El 20 de septiembre de 2018, aparece en su cuenta de Facebook: “…La Presidenta del Concejo Municipal Bolivariano de Iribarren Martha de Leal explicó que la propuesta fue presentada por la Comisión de Educación y Cultura del CMBI, debido a la importancia y aportes de este plantel que tiene aproximadamente 100 años educando a la población del municipio, aunque actualmente no posee instalación física propia.
“En el marco del Aniversario 466 de la ciudad de Barquisimeto que mejor regalo que darle a esta escuela la categoría de Patrimonio Cultural Intangible, hay que reconocer todos los aportes que esta institución le ha brindado a Iribarren, formando parte de la historia” expresó la edil De Leal.
Del mismo modo, informó que desde el Concejo Municipal Bolivariano de Iribarren se están llevando a cabo algunos trámites para que en un futuro se le otorgue una sede propia a la reconocida escuela. Igualmente destacó que los legisladores bolivarianos están adelantando gestiones con los diputados del CLEL y su Presidente, Yanys Agüero para resolver dicha situación…”
Edda Duque Acosta, escribió una vez: “…La tristeza se lleva en silencio ….Nada, ni nadie, nos prepara para ir viendo cómo se apaga la velita de la persona que más has amado en toda tu vida. Los que te dieron la vida. Ver como sus ojitos van perdiendo su brillo y que su mirada se pierde divagando en los rincones de su subconsciente, ajenos a todo lo que le rodea… no hay palabras para describirlo…” Ella había perdido su padre en el 2007 quien falleciera a los 99 años y su madre en el 2009 al partir a los 80 años. Lo vertiginoso del deterioro de la salud de Edda Duque Acosta, no permitió ver apagarse esa velita, que como llama santa ardía en su corazón, pues apenas días fueron los que demarcaron el final de su ciclo vital.
La noticia tomó por sorpresa a todo el contingente humano que la estimaba con sincero afecto y diáfana admiración, precisamente por sus dos irrenunciables pasiones, la de ser maestra y la de coadyuvar en todo lo posible por su parte a su “escuelita”, a la Escuela Nacional Wohnsiedler, por eso causó consternación, que la coordinadora a que corresponde la institución por parte de la Zona Educativa del Estado Lara, negara en un deleznable gesto de mezquindad, un día de duelo por la pérdida de la más grande alienada con que ha contado en su historia durante más de un siglo la Escuela Nacional Wohnsiedler.
Se traza en las instrucciones programáticas emanadas del Ministerio de Educación el fomento de la identidad y la pertenencia por el plantel educativo, ¿cómo exaltar entonces esa identidad y pertenencia?, si desconocemos los auténticos hacedores de esa identidad, a quien promovió la reconstrucción de la memoria histórica de la Escuela Nacional Wohnsiedler, consagrándose en cuerpo y alma a la capitalización del inmenso universo de egresados, para concentrarlo en la conquista de logros materiales que permitiesen el mejor desenvolvimiento de la institución. Sin discusión alguna esa fue su más grande y valiosa virtud, la de servir a su “escuelita” a la escuela que le sembró de luz el pensamiento y que le sirvió de asidero para desde allí enrumbarse hacia la docencia con dedicación y esmero como aquellas sus maestras, quienes consideraba “las responsables de su excelente formación” y en consecuencia, fueron inspiración para convertirse en prolongación de una excelente formación.
Edda Duque Acosta, jamás pidió nada para sí, actuó con desprendimiento de figuración personal y eso la hizo grande, jamás actuó con mezquindad, por ello logró el respaldo de muchas personas para sus loables y edificantes iniciativas, fue transparente que es decir mucho en estos tiempos de escasa virtud y sobre todo la pública, dejó una estela de logros admirables tanto en el plano educativo como el de su amor por su “escuelita” Wohnsiedler, que aunque no pudo rendirle el luto oficial a la que era merecedora, abrió sus puertas ante el arribo del coche fúnebre y en su entrada el féretro bajo la clara luminosidad de ese mediodía contentivo de sus restos mortales, fue el epicentro emotivo del homenaje que se le tributó con el sentimiento que se desprende de alguien quien sembró con generosidad, amor por la docencia primaria y amor por su “escuelita”, la escuela nacional Wohnsiedler, donde se le dio el último adiós a Edda Duque Acosta: La más grande aliada que ha tenido la Escuela Nacional Wohnsiedler.
Barquisimeto, domingo 23 de febrero de 2025.
LA
La entrada Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López se publicó primero en El Informador Venezuela.