Desde que Felipe VI asumiera el trono en 2014, su imagen ha evolucionado de manera sutil pero significativa. A lo largo de estos diez años, el monarca ha sabido adaptar su estilo a las diferentes etapas de su reinado, consolidando una estética sobria, sofisticada y acorde con su papel institucional.
En sus primeros años como rey, Felipe VI se mantuvo fiel a un estilo clásico y tradicional, con trajes de corte impecable en tonos oscuros, camisas blancas y corbatas discretas. Su imagen proyectaba formalidad y continuidad, en un momento en el que la monarquía necesitaba transmitir estabilidad.
Con el paso de los años, el monarca ha introducido ligeros cambios en su vestimenta. Si bien sigue apostando por la sastrería a medida y los tejidos de calidad, ha incorporado tonos más claros y texturas más actuales en sus trajes. Además, ha variado sutilmente el ancho de sus corbatas y ha optado por camisas con cuellos menos estructurados, logrando un equilibrio entre formalidad y modernidad.
Uno de los aspectos más notorios de su evolución estilística ha sido el cambio en su vello facial. Durante sus primeros años como rey, Felipe VI lucía un rostro completamente afeitado, acorde con la imagen clásica de los monarcas europeos. Sin embargo, con el tiempo optó por dejarse una barba recortada que le aporta madurez y carácter, alineándose con una tendencia global en la imagen de líderes y figuras de autoridad.
Fuera de los actos oficiales, el monarca también ha mostrado una evolución en su estilo casual. Si bien en sus primeros años predominaban los polos de colores sólidos y los pantalones chinos, en los últimos tiempos ha optado por prendas de lino, jerséis ligeros y una paleta de colores más neutra, acorde con una imagen más contemporánea y natural.
El estilo de Felipe VI ha cambiado de manera calculada, sin sobresaltos ni excentricidades, lo que refuerza su imagen de rey cercano pero institucional. Su evolución refleja una adaptación al paso del tiempo y a las expectativas de una monarquía moderna, sin perder la esencia de sobriedad y elegancia que lo caracteriza desde su llegada al trono.
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